sábado, abril 30, 2011

Sábato

Hoy me he despertado, y escucho la noticia de la muerte de Ernesto Sábato, casi con un siglo de vida en sus hombros, este hombre cambió mi vida indirectamente, o quizás no la cambió, pero su recuerdo hace parte de lo que un día fue, y fue bonito, y eso bonito fue lo que me cambió a mi.

Recuerdo a Sábato en tus manos, no en tus ojos porque ellos no estaban leyendo, sino que más bien estaban atentos a mi llegada, podría asegurar que no pasaste más de una hoja en mi espera, o pudiste pasar unas, mal pasadas eso si. Ahí conocí El túnel, no a Sábato, porque para ese entonces yo ya lo conocía, y te conocí a ti.
Después volvió a aparecer El túnel de Sábato, pero el lugar era diferente, ahí sí que no pasaste ni una hoja, porque tu lectura se convirtió en una lectura diferente, leías mi espalda, mientras yo intentaba leer sobre bioquímica si mal no recuerdo, finalmente ya no eran letras, era el inicio de algo, a lo que podríamos llamar amor si estás de acuerdo.



Hoy Sábato se queda en mi piel erizada, en tu recuerdo, y en ese día en el que tu y yo creamos una historia, nuestra historia...

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