jueves, agosto 02, 2012

I

La alarma sonó anunciando el día que no daba espera, porque así lo queríamos. El pan y el café quedaron en la mesa "No tengo apetito mamá". Salí de mi casa sin ataduras, traté de dejar el corazón en el colchón, como creí que era lo mejor, pero no hubo trato, se fue conmigo. Así pues ibamos los dos aferrados a una canción "Mi corazón sólo piensa en ti, sólo llora por tí, sólo sufre por ti!", y a un pañuelo que ya no resistía más las lágrimas, incluso le escuché pedirle a las gafas que retuvieran más las lágrimas, pero éstas estaban tan empañadas, tan desgastadas, que tampoco a ella se les podía culpar. Caminé, paso lento, ya no quería verte, no quería que me vieras así, derrotada. Escogí el sitio perfecto para verte llegar, caminando, esperé lo suficiente para calmarme y que no me vieras tan mal. Te vi caminando, botas cafés, pantalón gris, camisa beige, gafas rojas, mirada triste. Te veías divina, caminabas hacia mi, y yo me paré para poderte abrazar, quise quedarme en ese abrazo, pero no se pudo, el tiempo no da espera, pensé. Te veías diferente, triste, por un momento llegué a pensar que no eras la misma de la que me había enamorado, pero ese pensamiento no abarcó más de un minuto en mi cabeza.
El ruido me abrumaba, lo notaste, "quieres que vayamos a otro lugar?", instantáneamente dije que sí, que quería una terraza, quería aire, quería tratar de respirar. Mil cosas se me pasaron por la cabeza, no te hablaba, me sentía tan mal, que me esforzaba por no llorarte. Nos paramos, subimos escaleras, yo sentía que las bajaba. Te regalé "un corazón en forma de balón de fútbol", lo tomaste, yo ahí te quería decir tantas cosas pero no las dije, estaba abrumada. Seguíamos caminando, yo muy muy lento, como si de esa manera lograra tenerte, muy lento, una pared se atravesó entre tu y yo, y sonreí con ironía y dije "ves? así es!". Así es, estás a mi lado, pero entre tu y yo hay un muro, algo que no sé de dónde carajos salió, pero ahí está, eso me dolió. Llegamos a la terraza, pequeña para todo esto que estábamos sintiendo.

Hablamos de lo que querías, de cómo estabas, del por qué te sentías perdida. Trataba de entender tus palabras, lo trataba, y me seguía esforzando por no llorar, por no sufrir, por no ahogarme. Te entregué los besos de colores que tenía en remojo, iban ahora con tan diferente mensaje, tan extraños a como cuando los coloreé. Tu me regalaste algo muy bonito, una piedra que habías encontrado en tu Excursión, y música, qué regalo, porque sé lo importante que es la música para tí.
Seguimos hablando, hasta que nos abrazamos, y te atacaste a llorar, te abracé muy fuerte, para que notaras que estaba ahí contigo y que siempre lo iba a estar "antes de ser mi novia, fuiste mi amiga", te dije, y yo jugaba a hacerme la fuerte. "Nunca lloras conmigo, y eso me duele aún más", me dijiste, yo te expliqué que no quería que me vieras mal porque sé que te dolería, pero no aguanté y ahora la terraza pequeña se convertía en un mar de lágrimas tuyas y mías. Te abracé muy fuerte, y lloré como si no hubiera mañana, como si ahí te hubiera dejado, hubiera dejado a mi Bonita, la novia, claro, porque tú - y es mi esperanza en este momento - seguirás a mi lado.

"Me acompañas al Barón? allá tengo clase", acepté, te miré a los ojos, los míos tenían tanta tristeza, estaban tan ahogados, el ascensor me parecía más chico aún después de todo lo que tenía en mi cabeza, y de esa presión que tenía en el corazón. Caminamos de nuevo, lento, yo llevaba el paso, tu ibas a mi lado, mirándome todo el tiempo desde que te vi caminar hacia mí, y yo no podía sostenerte la mirada más de 10 segundos, no quería que vieras aquella mirada tan desolada. Llegamos a tu salón, esperamos, me quedé mirándote, y me dijiste "qué?" y te respondí "nada, que Te Amo!", noté tu impotencia, y tu no sé qué decir, te sentí afanada, intranquila con lo que te dije, no lo esperabas, lo sé, pero también sabía que querías decirme que tú también, pero no lo viste adecuado, sólo me abrazaste y te despediste para entrar a tu clase.

Desde ahí no me he encontrado con esas botas cafés, pantalón gris, camisa beige, gafas rojas, y esa mirada triste.

No hay comentarios.: